Moverse entre sus brazos era moverse por un mundo bueno que conocía perfectamente, un mundo donde es posible nadar entre luz sin morir, conocía muy bien esos brazos que rodeaban en el punto justo de la cintura y a la fuerza justa de las emociones, si yo lloraba me apretaban fuertemente y sus hombros parecían cubrir el mundo exterior, conocía sus pulsaciones cuando dormía, 45 bumbum's por minuto, sus pulsaciones cuando reía y cuando acababa por encontrarle, conocía el sonido de su voz cuando me contaba cuentos de madrugada, cuando se enfadaba y cuando sonreía con el alma, conocía el tacto de sus manos de guitarrista, el de su barbilla apoyada en mi hombro, el de su boca buscando mis sonrisas, conocía esos ojos que miraban de una forma de la que poca gente sabe, como si mirara de verdad, conocía los secretos para dejarle su espacio, para aparecer en el momento oportuno y el de como prepararle su colacao favorito, conocía su alma, su alma de pentagrama, conocía su amor por la música y las cosquillas que le invadían cuando hablaba de acordes y partituras o escuchaba sus vinilos, conocía donde se escondían sus debilidades y donde las cosas que le hacían grande, conocía sus mayores sueños y sus peores pesadillas, conocía el camino para llegar hasta lo más hondo de ese mundo y saber quedarme para siempre.



(con todos ustedes, mis esquimales)