Se fueron a tiempo. 
Se fueron antes de que empezaran las discusiones por los huecos de la pared para colgar cada uno sus cuadros, se fueron antes de que él gritara a Musa que no cogiera sus pinturas. Se fueron antes de que ella le rompiera todos sus esbozos cuando la tristeza y la rabia le cosquilleaba hasta la punta de los deditos de los pies. Se fueron antes de que el camino a conseguir sus sueños como artistas acabaran por autodestruirse mutuamente. Ni las miradas cómplices entre trazos de colores, ni las batallas de pincelazos en la piel que acababan siempre con Pintor de ganador, ni las visitas a museos, ni las conversaciones sobre técnicas artísticas, ni los "you are my sunshine, my only sunshine" de él valieron para saber soportar lo malo. Ellos alguna vez se quisieron, quizás ella le quería cuando posaba para él y Pintor con mimo trazaba cada línea de su kaos con carboncillo. Quizás él la quería cuando Musa se derrumbaba entre sus brazos y él solamente podía estrecharla con fuerza para calmar sus temblores. Pero nunca se quisieron lo suficiente, los dos sabían que el amor hacia el arte iba por encima de cualquiera de ellos, sabían que tarde o temprano el arte los convertiría en rivales.

...por eso ambos buscaron otro mundo que pintar, un mundo en el que cada trazo no formara parte de una competición, un mundo por el que valiera la pena abandonar cualquier sueño entre lápices de colores.



(última entrada de Musa y Pintor)