El café sabía más amargo que de costumbre pero Musa se lo bebía a tragos gigantes. La garganta se quejaba pero ella volvía a inundarla de café. Pintor estaba apoyado en el alfeizar de la ventana, veía la calle pelada, hacía mucho que no nevaba, si hubiera nevado, quizás se habrían salvado. La nieve alegra corazones, ¿lo sabias? te saca una sonrisa así, de golpe y entonces sabes que no hay que enfadarse por tonterias, que nadie es perfecto. Pero como no nevó, no pasó nada de eso. 
- Voy a irme.
Dijo Musa así, de golpe, con la garganta y el corazón hirviendo en amargura. Pintor seguía mirando por la ventana, apretando las manos en la madera. Él no quería que ella se fuera, pero a veces costaba tragar más el orgullo que un café amargo. Musa esperó, esperó a que nevara en esa habitación... pero no ocurrió. Pintor seguía ahí, impasible. Si los corazones fueran más valientes, quizas se habrian salvado. Si los corazones fueran mas valientes, ella le habria abrazado y aunque él se hubiera resistido, ella empezaría a silbarle, a decirle que el cafe es menos amargo cuando él esta con una sonrisa, a decirle que no hace falta que nevara para hacer sus momentos especiales. Que queria que la pintara y la quisiera como nadie, como ella a él. Pero su corazon era un miedoso.
- Adios Deivid
Murmuró y caminó despacio hacia la puerta y cuando estuvo fuera, las mejillas le ardieron y se alejó. Quizás Musa era demasiado frágil para estar con alguien.